
¿Por qué Dios no sanó a mi hija?
¿Por qué Dios no sanó a mi hija?
No hay nada más desgarrador que ver sufrir a alguien que amás y no poder hacer nada. Y cuando orás con todas tus fuerzas, cuando le pedís a Dios desde lo más profundo… y no pasa nada, el dolor se mezcla con una pregunta que arde: ¿Por qué no sanó?

Este es el testimonio de una madre que oró por su hija cada día durante meses. Rodeada por una comunidad que también oraba, con médicos, tratamientos, fe y esperanza. Pero la sanación no llegó. Y la pregunta quedó abierta: ¿dónde estaba Dios?
🌑 Cuando la fe no evita el dolor
A veces creemos que si tenemos suficiente fe, Dios va a hacer lo que pedimos. Pero Dios no es una fórmula. No se deja manipular por nuestras expectativas. No lo entendemos. Y eso duele.
La madre de esta historia no perdió la fe. Pero sí perdió muchas ilusiones. Su manera de ver a Dios cambió. Ya no lo ve como alguien que solo responde cuando todo sale bien. Ahora lo ve como el único que estuvo cuando todos los demás no sabían qué decir.
La sanación no siempre es física. A veces, Dios sana el corazón roto después de la pérdida. A veces, sana la rabia, la confusión, la culpa. Y aunque esa no sea la sanación que esperábamos, también es real.
Dios, no entiendo tus decisiones, pero te necesito. Saná mi corazón, aunque no hayas cambiado la realidad. No quiero alejarme de vos. Amén.
¿Vos también pasaste por algo así?
¿Oraste alguna vez desde el dolor más profundo? Me encantaría leer tu historia. A veces compartirla también es una forma de sanar.

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