
Recé con enojo y me cambió todo
Recé con enojo y me cambió todo. No fue una oración dulce ni espiritual. Fue con enojo, con lágrimas, con reproches. Me sentía decepcionado con la vida, y con Dios. Pero esa oración, tan rota y sincera, fue la que más me transformó.

Lo que nadie te cuenta sobre orar con enojo
Orar no siempre es un acto de paz. A veces es una explosión. Hay días donde no sabés si gritar, llorar o quedarte callado. Y sin embargo, hay algo valioso en llevar ese caos a Dios. No porque Él necesite oírlo, sino porque vos necesitás soltarlo.
No quería orar, quería respuestas
Estaba harto. Tenía bronca con todo: conmigo mismo, con las personas, con Dios. Sentía que nada salía como esperaba. Y aun así, terminé orando. No porque tuviera fe, sino porque no me quedaba nada más. No usé palabras lindas. Dije lo que me salía. Fue crudo. Fue real.
Dios no se ofende por tu enojo
Pensé que iba a hacer mal en hablarle así. Pero algo adentro mío entendió que Dios puede bancarse el enojo. No es frágil. No se ofende si le decís lo que sentís, incluso si es oscuro o contradictorio. Esa noche, después de largarlo todo, me sentí escuchado como nunca antes.
No cambió el problema, pero cambié yo
No hubo milagro. Nada externo se resolvió de inmediato. Pero algo adentro se acomodó. Fue como si al sacar todo eso en voz alta, algo se quebró… y también se reconstruyó. Me animé a seguir hablando con Dios desde ese lugar: real, sin filtro, sin culpa.
¿Y usted?
¿Tuvo alguna vez una oración así, desprolija pero honesta? Me interesa leerte. Las historias reales también son oración.

https://www.facebook.com/orarhoyy
Si necesitás oración, podés dejarnos tu intención en la página de Contacto.

